Con \»Controversiarum medicarum et philosophicarum libri decem\», publicada en 1556, Francisco Vallés se convirtió en uno de los médicos más reconocidos de Europa (catorce ediciones entre 1556 y 1620). Un gran médico, reconocido con el título de \»el divino\», que llegó a ostentar el título de \»Protomédico general de todos los Reinos y Señoríos de Castilla\» y médico de cámara de Felipe II.
Nació en 1524 en Covarrubias. En 1544 comenzó sus estudios en la Universidad de Alcalá de Henares. Licenciado en Artes en 1547 y en Medicina en 1553, se doctoró en 1554 y obtuvo la Cátedra de Prima de Medicina en 1557, ocupándola hasta 1572.
Hombre de gran cultura humanista, hasta el punto de ser designado por Felipe II, junto a Benito Arias Montano, para poner en marcha la biblioteca del monasterio de El Escorial.
Publicó quince libros y cultivó un necesario rigor científico, superando los planteamientos medievales y evolucionando hacia lo empírico y la experimentación. La necesaria observación anatómica como medio de ampliar conocimientos y como método pedagógico: “si convenía que algunas controversias se decidieran por la descripción anatómica, examiné con los ojos la parte correspondiente, no una sola vez y sin testigos, sino en muchas ocasiones y en presencia de estudiantes, que estaban informados de lo que se pretendía, pues así era más difícil equivocarse”.
Sobre anatomía, la orina, el pulso, la fiebre, pesos y medidas en farmocología, terapéutica clínica, aguas destiladas… Un hombre que alcanzó una enorme producción científica; un renovador y un riguroso científico humanista que proyectó la medicina hacia la modernidad.
Se casó con Juana de Vera y tuvo seis hijos: Diego, Lucía, Francisco, Juana, Catalina y Gabriel. En Alcalá de Henares vivió en una casa de la calle de Santiago. En la importante ciudad universitaria adquirió fama y riquezas, fundando un mayorazgo (1587) y ampliando notablemente su hacienda en la ciudad. De su casa, convertida en el Sanatorio Vallés en 1963, sólo se conserva la portada del siglo XVI.
Murió en Burgos en 1592, aunque sus restos, por deseo suyo, fueron trasladados a la Capilla del Colegio Mayor de San Ildefonso de Alcalá de Henares. Y allí siguen, en una urna de plomo, sacada a la luz en la restauración de 2011, que estuvo tras la lápida de su sepultura.